domingo, 18 de febrero de 2007

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Thursday, June 22, 2006

Todo empapado y carente de sonrisa




Pedro Díaz G.


Las consecuencias de un buen partido de futbol se reflejan en la felicidad que porta cada rostro rumbo a casa. Rostros. Los miles que esta tarde caminan entre constante chipichipi, sin embargo, carecen de buen gesto; no expresan satisfacción siquiera. Poco se agitan las banderas; imperceptibles son los gritos de la vendimia cuando la lluvia arrecia. Hay desánimo a pesar del dos-a-cero. Qué partido tan es-pan-to-so, lamentan los seguidores; apenas y con autogol...
Automóviles en doble fila, vendedores de plásticos antilluvia, estacionamientos subrepticios de a 20 pesos, inclusive dentro del Centro de Capacitación (para más seguridá, joven)... Pero qué bueno: fue quincena. Y por ello las cervezas en la mano, los cigarros a 15 pesos cajetilla (fuera del estadio; cinco más adentro), la esperanza a pesar de lo dificultoso del trayecto para arribar a ese altar de sacrificios denominado Estadio Azteca. ¿Una bandera?, ¿de qué tamaño?..

La selección volvió a reunir a su gente: acaso 45 mil aficionados que se tomaron parte de la tarde libre y corean cada acercamiento nacional a portería contraria.

Unos cuantos, apenas.

Suspiros que se apagan en lo alto de la tribuna. Deseos colectivos inconclusos: el equipo no lo es tal.

Sin tráfico, son necesarios apenas unos minutos para llegar, circundar, ingresar al estadio Azteca. Todo presagiaba escenario tal. Pero no. Los 9 mil boletos vendidos hasta el lunes advertían un inolvidable vacío en las gradas. Y ya al mediodía el periférico comenzaba a convertirse en ese nudo difícil de sortear.

Inicia el negocio.

Salen de sus casas los habitantes del Sur de la ciudad sabedores de que cada auto que por su camino atraviese significa algunos pesos extras para tranquilidad del día de hoy.

Aquí, estaciónese aquí. Esta calle tiene salida a Periférico es el ofrecimiento.

Hules, hules, hules pa la lluvia...

Pásele, pásale, ¡aquí hay lugar! Parece inevitable llegar tarde a un encuentro de futbol en la ciudad de México: cuando el silbante costarricense William Matus, casi a mitad de la cancha, anuncia el final del primer tiempo, es todavía considerable la cantidad de gente que intenta ingresar, a toda carrera, por las rampas que llevan a tribunas.

No se llena, el estadio, es cierto. Pero la maquinaria que alimenta a la masa humana se ha echado a andar y nada la detiene.

Mejillas con el nombre de México, colores patrios, coqueteos desde lejos con los jugadores que, esta vez, parecen olvidar la entrega en la cancha; abucheos desde los primeros cinco minutos: el tricolor tiene dos claras posibilidades de gol, no concretadas por Francisco Palencia, quien, a partir de ese momento, y hasta el final, pasa totalmente inadvertido para la zaga canadiense.

Se apretujan reporteros, escribanos de la ignominia, en la tribuna de prensa. Cuestionan en voz alta como se quejan a todo pulmón los hinchas doloridos ante el desempeño al técnico nacional y sus arranques de grandeza.

El azar tiene su intervención casi al final, en la cabeza de Paul Fenwick, que anota en su propia portería.

Pero...

El dos-a-cero no sabe. Y apenas termina el partido, incapaz de generar sonrisa alguna, del cielo se desprende un gran castigo: llega en forma de granizo.

Marzo, 2000




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Friday, June 16, 2006

"Entonces podrán echar mis cenizas a la basura"...



Daniel Blancas/ Pedro Díaz G.

No se escucha ya la voz grave, pausada. No revienta como antaño su sonrisa. El placer al decir las cosas y el humor irremediable. Lo único que registra este panteón español es el ronroneo cáustico, sonido sin intermitencias, del horno en el que son cremados sus restos. Dos horas arderá el fuego, consumiendo a don Fernando Marcos, que alguna vez, hace muy poco, atrevía, acaso rebelde ante su propia muerte: El futbol mexicano va acceder al siglo XXI entre los diez mejores equipos del mundo. Espero que la actual organización bipartidista que controla a unos y otros equipos, no lo echen a perder. De no ser así, les doy permiso para que, entonces, puedan tomar mis cenizas y echarlas a la basura.
Una frase se repite en los labios: de hijos, nietos, amigos: “Estaba pidiendo su cambio”... Hay silencio en el cortejo. Hay también susurros. Del definitivo adiós, brota un anecdotario. Allá, en Gayosso; aquí: entre las cruces, 86 años reviven, lo mismo en voz de personalidades del periodismo, deporte y futbol, que en personajes anónimos a quienes el recuerdo los venció: Yo nunca conocí a Don Fer dicen—, pero aprendí mucho de él.

Las palabras viajan: se entrelazan: “Defendía a muerte sus ideas”... “Cada comida con él era una lección de historia”... “Nunca fue un hombre cerrado”... “Siempre envidié su memoria”...

‘Sabelotodo’, lo llaman sus nietos. Era mi héroe dice Alonso, uno de ellos.

Brincan las voces de un tiempo a otro. De 1930...

“Cuando él decidió ser futbolista, dijo a su padre: “Ya lo pensé bien: voy a jugar futbol profesional”. El papá le puso un plato de espagueti en la cabeza y le respondió: “Estás loco, vas a trabajar como cualquier muchacho de tu edad, nada de juegos”.

Al 2000...

“...Ya quería unirse con mamá (cuenta Fernando Marcos hijo). Se había cansado, aunque jamás perdió la felicidad, porque decía: “Me voy satisfecho con todo lo que hice”. Ya se junto con el amor de su vida (Doña Rosita López Montoya, compañera durante 55 años). Así lo quería”.

De cuentos, de amigos, se fue llenando la noche del 18 en Félix Cuevas, se llena la mañana del 19: el exportero Walter Ormeño, Alfredo del Águila, Carlos Albert, Jacobo Moret, Pedro Ferriz y...

Jorge Romo, secretario general de la Femexfut, anuncia: Es posible que se haga un homenaje a Don Fernando. Mandamos a sacarle una esquela porque sí, el futbol mexicano le debe mucho a este señor.

Entre rezos, los asaltos del tiempo (“de cuando quemaron el Parque Delta”...): “Nunca entres a un lugar, si no sabes cuál es la salida; principios básicos de sobrevivencia”, recomendaba.

Nada tuve que ver cuando nací; nada tendré que ver cuando me muera solía decir.

Del libro de apuntes

El futbol es una mujer que siempre amó.

He sido jugador infantil, delegado, jugador, seleccionado, director técnico, árbitro, comentarista... Pero, una mujer, ¿don Fernando? escuchaba la pregunta; y el hombre de la vasta cultura y los comentarios precisos, breves, apuntaba en sus últimas entrevistas: Mire usted, es como esa mujer que nos cautiva con su andar. Y luego a usted le preguntan ¿que te gusta más? “¡Todo!, ¡todo me gusta!”, lo mismo le digo yo del futbol.

Deleitó don Fernando a Alejandro Toledo, en entrevista el pasado octubre: “He sido un hombre afortunado. No he tenido contratiempos. Tengo muchos amigos, muchas anécdotas... He pasado una vida que no cambiaría por nada. Y ahora estoy esperando que llegue el final...”

¿Le teme usted a la muerte?

Lo que me da miedo es que llegue después de una enfermedad dolorosa, molesta. Pero, el morir... El único que no va a saber que está muerto soy yo... Estoy muy contento con la vida, pero no, no temo a la muerte.

Nació el 30 de noviembre de 1913. Su padre, don Eugidio, era asturiano; su madre gallega. “Mi familia tenía una casa de huéspedes en la calle de Ayuntamiento, a espaldas del cuartel militar. Ahí les tocó la Decena Trágica: les daban media hora para conseguir alimentos, después empezaban los balazos. Tengo entendido que papá es el que salía para conseguir qué comer, y córrele que te alcanzan.”

Le pegaba Fernando Marcos a todo lo que tenía delante de los pies. En el colegio francés fue compañero del “Titi” García Cortina. Todos los muchachos, acaso cien, con una pelota de tenis “jugábamos en el recreo unos partidos de futbol sabrosísimos”.

Un día, esperando en el diamante para un encuentro de beisbol que no se realizó (los contrarios no llegaron), en el llano de la Teja, pasaron unos muchachos que iban a jugar futbol. “Y me invitaron. Fuimos desde la Teja hasta la calzada de Tlalpan, a riguroso pie. Jugamos un partido. Y desde entonces me quedé en el futbol. Nunca más salí de ahí. Llegamos a formar un equipo tan bueno que nuestro rival, el América, no nos ganó ningún partido pero nosotros tampoco ganamos ninguno. Fuimos enfrentándonos, hasta que llegamos a estar las dos escuadras en la selección nacional. Mi equipo se llamaba Germania. Tenía su campo de futbol dentro de la cervecería central, en San Rafael.

Una de aquellas tardes regresó Fernando a casa y dio a conocer su decisión, ante la familia: Voy a ser futbolista dijo, ante el guiso de mamá. Su padre no tardó en reaccionar: tomó el plato con espagueti, lo levantó sobre los hombros del neofutbolista, y lo volteó encima.

¡Usted lo que va a hacer es terminar de estudiar! gritó entonces.



... Hasta que se acaba

Dos anécdotas más. La primera: Había un actor de la época, Ramón Pereda, que además practicaba futbol en el Club San Cosme. Don Eugidio y Fernando fueron a verlo jugar. De pronto Ramón Pereda soltó un balonazo que “me fue a dar a la panza”. El niño se revolcó en el suelo. El actor le pegaba muy fuerte a la pelota.

La segunda: Domingo en el Club España. Atlas contra España. Fernando y su padre tomaron lugar en la tabla que rodeaba el campo, con asiento y barra para recargar los brazos. Un señor, al lado de ellos, no dejó de gritar en el encuentro, hasta que hubo un altercado en el campo. Los jugadores se empezaron a dar de bofetadas. Terminó todo, y el niño Fernando se volvió hacia el hombre, que ya no gritaba. Le salía un chorrito rojo por la frente. Le había tocado un tiro, un disparo. El hombre estaba muerto. Son cosas que no se olvidan.

Como si lo hubiese dicho ayer, antes de las cinco: Toda mi vida me he jugado cosas importantes. soy un peleador, alguien que ha luchado siempre, y no me doy por vencido hasta el final. Esto dura hasta que se acaba...

El horno calla, como lo hace ya don Fernando. Sus cenizas, todo parece indicar, permanecerán en casa, aunque su deseo era que se mezclasen con las de su esposa, en la Iglesia Covadonga. Breve el cortejo; abundante, generoso su legado.







Julio, 2000


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Sunday, June 11, 2006

La parábola del gol



Andrés Cardo


El hombre salta eufórico. Un niño llora. Aquella señora grita en secreto. Otra se persigna. La niña de los globos se duerme en los brazos de su madre. Cuántas voces. Cuántos cantos. Cuántas plegarias y cuántos santos se nombran antes de un partido de futbol.


* * *

Nadie puede saber el futuro. Alguien dice que puede adivinarlo. Y apuesta. Y compra la quiniela y tiene fe y espera y ve y busca en los otros la esperanza perdida. Nadie lo sabe, pero ese hombre es el mismo que espera ocho horas formado en una fila para comprar su boleto. Hoy fue más tiempo. Y los revendedores los ofrecen a precios distintos. Distantes. Muchos los compran: es su último recurso. En cambio, hoy la noche está inquieta y los boletos escasean. Cuántos asientos. Cuántos nombres. Cuántos banderines. Cuánta expectación cabe en el pecho de un hombre.



* * *

En este tiempo no lineal, incuantificable, el aficionado busca y encuentra. El hombre común que vive en el ruido de los autos, en el tumulto de los viernes, en la embriaguez de la noche fatídica, en la rutina sofocante, en este instante se convierte en otro hombre y quizá sin darse cuenta da sentido a los días de su semana, y ve cómo se diluye su tristeza o su miedo o su ira, en un éxtasis incontenible que se apodera de él y lo mueve y lo lleva a un estado de efímera alegría.



* * *

Huele a humo. A carne blanca cocida. A cerveza, a sudor, a pie y a sol. Y la multitud se mueve hacia un mismo sentido: el estadio. Acá, afuera, pareciere que la gente desapareciera y sólo quedaran los menos. El horizonte se come todo y el ritual comienza. Es día de futbol. Día de entrega, de angustia. Nadie sabe qué pasará. Es impredecible. Quién lo diría. Ni los expertos ni los que opinan con la cheve en mano. Nadie nunca sabe el resultado. Pero el que apuesta espera. Cree que de algún modo este puede ser el día.

Un taxista escucha en el radio el previo al partido. ¿Espera pasajeros? No. Llanamente se queda a la orilla de una calle para escuchar la narración de un solo grito, unánime y hecho de miles de gritos. La narración de un gol anunciado o imprevisto o equivocado o en contra o en favor o simplemente hermoso, sólido.

Y ahí, en ese momento, se forma un puente entre lo invisible y lo palpable, entre la euforia y el grito, entre la trompeta y el ruido. Es el rito. El puente entre lo que no se ve y entre lo que se toca. Entre la fuerza y la pierna, entre la distancia y la patada, entre el arco y el balón, entre el disparo y el gol.

Cuántos sueños. Cuántas trampas. Cuántos héroes. Cuántas formas de ver un juego. La afición es la constatación de que lo que hace un hombre importa. Y ese hombre que juega junto a otros once, y ese hombre que pita, y ese otro que corre por la banda, y el que dirige, y el que está en la banca, y el que observa, y ese hombre que ahora salta y levanta los brazos para echar porras, y abre la boca para insultar al contrincante, hacen que la fiesta tome sentido, y que lo que era sólo un juego, un simple partido, se convierta en una tarde de cielitos lindos, en un instante de ser o no ser, en una perdición asombrosa y anónima, en un tumulto alegórico y fantástico.



* * *

En el estadio el alma de los que en él habitan se convierte en una fuerza incalculable. Cuántos vacíos. Cuántas horas. Cuántos hombres. El puente se ha extendido. Afuera del estadio, lejos de la cancha, se oye el canto de los aficionados en las tribunas. Se oye el estrépito de las matracas. El escándalo de los pies que hace temblar las estructuras.

Pero, acá, afuera, sólo queda en el piso el color de los confetis que seguramente ahora caen sobre un sombrero gigante y de paja de una muchacha chiquitibum. Acá, afuera del estadio queda una soledad que se consume.

Y queda un anciano que apostó lo que le restaba de su semana en un resultado inesperado.

Un anciano que le pide a San Juan Diego que le haga el milagro y por fin, aunque sea por un día, pueda comprar un boleto y entrar a ver el partido.


Junio, 2003
posted by Pedro Díaz G. @ 5:18 PM 0 comments
Tin Delgado: donde el mundo se parte a la mitad


En el primer partido de Ecuador en el mundial Alemania 2006, fue de Delgado la genialidad que llevó al equipo sudamericano a vencer 2-0 a Polonia. Sorpresa, le llamaron muchos. De la esencia del balompié habló largamente Tin Delgado una tarde hace seis años. Este es su testimonio; aquí, su concepción del futbol:

Pedro Díaz G. / I

No lo pensó mucho, frente al arco. Simplemente tiró, como tantas veces lo ha hecho desde niño: el disparo de Agustín Delgado fue a estrellarse al fondo de la red. Gol. El del triunfo. Una vez más en sus botines.
Pero esta es una anotación de ensueño. Porque de las tardes jugando futbol después de clases, a este mediodía en Maracaná, pocos años han transcurrido. De los partidos entre amigos ocho contra ocho a la celebración multitudinaria en un Mundial de Clubes, apenas unos trazos de azar.

Gol.

Al Real Madrid.

Y Necaxa tiene el tercer lugar mundial.

Y sus compañeros le agradecen.

Y el equipo que obtiene, en premios, un millón de dólares por encima del Real (repartió el torneo 6, 5, 4 y 3 millones a los primeros cuatro; 2.5 al resto de los participantes).

--¿Cuál, la razón del éxito?

--Porque el futbol es lo mío. Porque este deporte es sólo de aquellos a los que les gusta. Agustín, líder goleador, campeón en su país, seleccionado ecuatoriano. Hombre tranquilo, sereno, charla de su vida, habla del futbol

Suficiente con desearlo

Respira profundo Delgado cuando el entrenamiento acaba. Sus compañeros en Necaxa, cansados, sudorosos, se alistan para salir. Otro día ha quedado atrás. Hace un breve repaso de su existencia, el jugador.

--Sí --evoca este moreno de 1.89 metros de estatura, la vida me ha dado mucho. Y me sorprende. Porque pareciera que es suficiente con desearlo para que las cosas se me cumplan: quería jugar en una selección y después, al poco, fui seleccionado. Anhelé participar en primera división y me compró el equipo de Barcelona, allá en Ecuador, y empecé a jugar porque los titulares se fueron a la Copa América y nos dieron mucha oportunidad a los que apenas llegábamos. La verdad es que las cosas, gracias a Dios, se me han ido dando; claro, todo se debe al trabajo y a las oportunidades.

Y a ese instinto de aventura que debe poseer un chico que a los 14 está convencido de irse; algo de errabundo se debe tener para abandonarlo todo. Todo. Por el futbol.



Demasiado serio

Posee una personalidad que agrada a todos. Sin embargo...

--Es demasiado serio --confiesa con un gesto de agrado que el cabello en perenne rebeldía revela, quien ha colaborado para que la magia de Agustín Delgado se vierta en cada avance del Necaxa, su compatriota Alex Aguinaga--. Quizás demasiado callado pero un gran compañero. Con su largo tranco, podemos hacer muchas cosas en el terreno de juego. Además, siempre está dispuesto y con una sonrisa. Es tímido. Y eso lo saben en el ambiente del futbol, también allá en Ecuador.

Siempre fue así, desde que en 1990 lo descubrió el entrenador montenegrino Dusan Draskovic, en aquel año director técnico de la selección ecuatoriana, y lo dio a conocer, primero, a nivel nacional.

Delgado viene del Chota, uno de los dos lugares en el Ecuador en donde la mayoría de la población es negra (el otro es Esmeraldas, la tierra de Iván Hurtado, que juega en Tigres, y de Ítalo Estupiñán, quien actuó hace varios años en México). Esta región, ubicada cerca de la frontera con Colombia, es una de las más olvidadas del país y los jóvenes que ahí crecen, como lo hizo Delgado, ven en el futbol la puerta de acceso a otro mundo. Quimera para salir de la pobreza.

El Tín, como se le conoce allá debido a su nombre, empezó a brillar en el club Espoli en 1991, en la segunda categoría del futbol ecuatoriano. De zaguero central pasó a delantero e integró la selección nacional Sub 20 que obtuvo el cuarto lugar en el Sudamericano de Medellín.

Al año siguiente firmó para el Barcelona, el club más popular del país, en donde comenzó a mostrar sus goles. Lentamente su fue consolidando y sus anotaciones lo convirtieron en titular.

Su llegada a El Nacional, en 1996, ratificó su casta de goleador, pues gracias a sus tantos este equipo obtuvo el título esa temporada.

A principios de 1997, Delgado regresó a Barcelona, luego de que había sido confirmado por El Nacional. Sobre su ida, el presidente de aquel equipo, Edmundo Luna, quien ese año también integraba la dirigencia, comenta que “cometimos el más grande error al dejarlo ir”.

De él Luna reconoce que es uno de los futbolistas más profesionales del país: tranquilo, cumplidor, en síntesis “un negro lindo”, señala el dirigente.

Con Barcelona volvió a ser campeón en 1997. Esa temporada defendió a la selección nacional en varios partidos de las eliminatorias para el mundial de Francia 98. Su mejor actuación fue en el partido frente a Uruguay, en Quito, jugado en febrero de ese año, y en el cual anotó dos de los cuatro goles del equipo, que ese día barrió a los celestes.

Su título con Barcelona le sirvió para fichar en 1998 por el Deportivo Independiente de Medellín, Colombia, y posteriormente por el Cruz Azul y el Necaxa mexicanos.

Delgado es uno de los fijos en la selección ecuatoriana, titular indiscutible, junto con los delanteros Ariel Grazziani, Eduardo Hurtado y el mismo Jaime Iván Kaviedes que actúa en el Puebla. Tín tiene dos ventajas en la vida: que no ha dejado de anotar goles en los últimos meses, y que transcurre sus días inmerso en esa sangre liviana, como se dice en Ecuador, es decir posee una personalidad que agrada a todos.

Introvertido, él mismo Tín se describe: --Mi esposa mejor se duerme; me dice que no platico nada. Y es en serio: no soy una persona que genere una charla. Si me preguntan, contesto.

De todo se habla en esta conversación, sin embargo.



De donde poco hay

En el estadio Maracaná, su gente, que ya se había entregado en todo el torneo a los sorprendentes necaxistas, esperaba expectante el desenlace.

Y entonces el equipo Necaxa, cuyo nombre que no atinaban a precisar en la televisión europea “Nejaca”, decían en las transmisiones; o “Necaja”, en el mejor de los casos, trascendió los límites y se quedó con el tercer sitio en el campeonato mundial de clubes.

Sobre el Real Madrid. Agustín Delgado sonríe, lo hace poco. Sí, dice mientras conduce por la avenida periférico hacia casa, donde Nataly le espera a comer. -...No tengo dudas: ese gol ha sido uno de los más importantes en mi carrera.

No quedé conforme

Ya se iba.

Pero se quedó. Agustín no olvida aquella sensación de saberse no funcional en un equipo, el Cruz Azul, que se lo hizo saber telefónicamente, cuando permanecía en su país. Llegó a México con una lesión y pocas oportunidades tuvo para demostrar. Ya se iba, después de aquella llamada, en busca de otros panoramas: Liga de Quito le requería. Pero entonces...

-¿Por qué seguir en México?

La respuesta se encuentra en el orgullo.

-Porque debía demostrar a qué había venido.

Lesionado como arribó, sus incursiones con la máquina fueron escasas. Así que, tras un torneo perdido, y estando él en Guayaquil, le dijeron que no. Que hasta ahí las cosas. -...Me contactó gente del Necaxa y al ver la posibilidad de seguir en México, ya en mejores condiciones, decidí intentarlo. No estaba conforme. Ahora lo estoy, pero tengo mucho más que ofrecer. Explica aquel trago, el jugador. Sus ojos empequeñecen cuando busca el término correcto, la palabra precisa, el sentimiento concreto. Atreve: -Vine a Cruz Azul y luego de tres meses de no tener actividad, recuerdo que fui a jugar un partido a la final, con Vasco Da Gama en 1998. Ese partido lo perdimos, jugué el de vuelta en Guayaquil. Y luego ya de regreso el Cruz Azul definitivamente me dijo que no. Que no tenía muchas posibilidades, regresé a mi país y luego ellos hablaron conmigo y me dijeron que no estaba en los planes, que el entrenador no me contemplaba. Yo iba a arreglar para el Liga de Quito. Había participado en la Copa Libertadores y me hablaron de Necaxa, que viniera, y la verdad es que tenía muchos deseos de demostrar lo que no había sucedido con Cruz Azul. Hablé con la gente de Liga de Quito, de que me dieran chance porque no quedé conforme y ellos muy gentilmente comprendieron mi situación; no hubo ningún problema. Vine acá para el torneo de verano el año pasado, en Necaxa terminé mi rehabilitación, me sacaron una placa del pie; iban como diez fechas y comencé a jugar. Esa temporada marqué cinco goles, lo que me ayudó bastante. La siguiente, ya mejor, desde el inicio, sin lesiones y con mejor preparación terminamos una muy buena temporada. Esta espero hacerla aun superior, porque estoy en mi nivel más alto, sin ninguna clase de problemas.



Cómo olvidar el terruño

Tín es de zona agreste, el Valle del Chota, en el área interandina de Ecuador. De clima cálido, este espigado joven supo del futbol allá, en donde los anhelos infantiles e inmediatos son que cada balón venza a un nuevo arquero: en la provincia de Imbabura, muy cerca de donde el mundo se divide en dos hemisferios.

Aprendió dando de patadas al balón todas las tardes, todas "tantas que no alcanzo a recordar cuál fue la primera", y lleva con orgullo su pasado. Como todos los chicos del barrio, supo de boca de los abuelos las tradiciones, sobre todo aquellas relativas al amor entre el taita Imbabura y el Cotacachi (a una altitud de 4 mil 939 metros, al sudoeste de Ibarra, y al norte de los páramos de Piñán, el Cotacachi es el único volcán en el área con constantes, aunque en pequeñas partes, cantidades de nieve. Tiene forma de una enorme torre y es de ahí de donde adquiere significado: en el dialecto de Caranquis: cota, significa torre, y cachi la alta colina. La gente indígena de Ecuador ve a las montañas como algo vivo, como dioses, o cosas que estuvieron vivas en el pasado. La leyenda reza que esta montaña, nombrada María Isabel Nieves Cotacachi, está casada con la montaña delante de ella, hacia el Este, “ Taita Imbabura” o como los locales lo llaman, Manuel Imbabura. Todas las colinas alrededor y entre los dos picos se consideran descendientes de estas montañas). No entiende cómo aquellos que viajan se olvidan de su tierra; él no lo hará.

Driblar con alegría

Con gorra, calentador, zapatos de lona y adornado con sonrisa vivaz y pícara la mirada, José Luis Ñauñe Quito vende papas fritas en el triángulo de la autopista al valle de los Chillos, allá en el Chota. Nació el 18 de agosto de 1982, segundo de ocho hermanos. José Luis sale de su casa, situada cerca del peaje, toma el autobús y se baja en el semáforo. Entonces gana la calle. Se siente en su elemento y comienza a vender. Sortea el tráfico. Se para en la mitad de la vía. Corre. Pero lo suyo es el futbol. Aspira a vestir la camiseta de Liga y entrar a la cancha de titular, como volante izquierdo. Por ello sigue los pasos de Aguinaga, Ítalo Estupiñán, Iván Hurtado, Agustín Delgado... Por eso ahora se entrena y dribla con astucia el tráfico. Como dribla con alegría la pobreza.



Tantas cosas...



Mirarlo desarrollarse en otras canchas despierta sentimientos encontrados. --Tengo buena amistad con la gente del deporte -confiesa Tín--; porque aquí conoces de todo. Buenos y malos. Por ello hay que andar con cuidado.

El rostro de Agustín Delgado se torna serio. No lo ha tratado mal el futbol, asegura el líder de goleo del futbol mexicano, pero...

“Suceden tantas cosas...”

Febrero, 2000
posted by Pedro Díaz G. @ 5:07 AM 0 comments
Las cosas están ahí; puedes acariciarlas


Mientras todos sus amigos disfrutaban de la música, de las noches, de las copas, a veces también de los excesos, Agustín Delgado, convencido, marchaba temprano a dormir. Deberes inaplazables de todo deportista
Pedro Díaz G. / II

¿Por dónde empezar?
Agustín lo hizo desde siempre: tocaba el balón sin cortapisas cuando daban las tres de la tarde y las tareas escolares estaban apenas cumplidas.

...No me gustó la escuela asegura. Prefería jugar todos los días. Todos.

Por ello, cuando terminaba de comer, el Valle del Chota se convertía, se convierte aún, en un páramo en donde los niños brincotean y tejen ilusiones al ritmo de un balón de futbol.

Marcharía pronto a descubrir el mundo, Agustín Delgado. Tan pronto como sus ilusiones conjugáronse con el azar.

Inclusive su historia pudo ser más sorprendente aún, después de que las discusiones en casa se hicieron constantes y el afán por no volver a clases iba ganando terreno a la tenacidad materna por reencarrilarlo a los estudios. La trama, que comenzó de muy pequeño, tomó especial sentido en 1987, cuando en Ecuador se disputó un campeonato sudamericano Sub 16.

Agustín: Fue ahí donde me enamoré del deporte, con más ganas. Ahí mis ideas iban tomando forma. Veía a los jugadores y me sentía en la cancha. Yo nadamás jugaba en el barrio, no me había metido a lo que es el futbol profesional y todo esto. Sólo en el barrio, al salir de la escuela en Ibarra, la ciudad en la que crecí. Participaba en los todos torneos que tenemos ahí: a ese sudamericano asistí a todos los partidos, y me embelesaba con cada jugada. Recuerdo que en ese entonces tenía 13 años y una sola inquietud en la cabeza: futbol.



Yo también quiero

¿Por qué ellos sí?

Un día, apenas terminando el primer curso en la escuela, lo decidió el pequeño: no más, dijo a su madre, quien enseguida comenzó a cuestionarle.

Yo también quiero estar en un equipo grande de futbol dijo a su madre.

La intranquilidad que le dejó aquel sudamericano le llevó a formalizar sus planes: se inscribió entonces en una escuela de futbol, en Ibarra. Y se aseguró que nada lo detendría ya. Espíritu de aventura, lo tenía. Y un hermano en la ciudad que sin reparo y con afecto le recibiría. Jugué muy poco en esa escuela de Ibarra. El viaje era irremediable: al siguiente año me fui a Quito.

Dejar casa a los 14

...Irte. Bueno, la verdad no es nada fácil. Por el contrario: es muy difícil. Porque a esa edad dejas a tu familia, dejas a tus amigos. Dejas prácticamente todo lo que tienes. Empacó maletas Agustín y no volteó la mirada.

Pero la verdad es que te digo: habían salido, de donde yo soy, algunos jugadores antes y yo quería emularlos. Sí. Tenía a mi hermano Pedro Delgado que me ayudaba mucho pues llevaba ya algún tiempo viviendo allá. Siempre pasaba por mi. Hacía todas las cosas con él. Cualquier situación, estábamos ahí, juntos. Y es que la verdad: las personas que son de allá, de mi ciudad, son muy buena gente. Muy tranquilos. Me apoyan y todos desde el principio me hablaban, me atendían.

Agustín transita entre las explosiones de euforia, en las canchas del mundo, a una solemne tranquilidad con la que pasa sus días. Parsimonioso, lenta y precisa cada palabra, habla el jugador de lo que siguió, en esta historia de desarrollo. Ya establecido, sus pasos le llevaron a uno de los equipos, el Deportivo Quito. Habría que probarse. Y fue acaso en este momento donde las circunstancias se fueron acomodando; donde los primeros trazos de fortuna tocaron al jugador.

...Recuerdo que faltaba un mes para que terminara el torneo, yo entrenaba con el Deportivo Quito, y lo sorprendente fue que el entrenador Oscar Malbernard me pidió, habló con los directivos y les insistió para que me quedara. ¿Vio algún talento especial?, ¿comentó algo?

No responde el jugador, la faz transformada en modesto orgullo. Sólo me puso a jugar. Pero yo apenas tenía 14 años y ya estaba frente a aquellos de primera división. Quería por sobre todas las cosas que yo me quedase y algo se arreglara. Pero los directivos dijeron, lo recuerdo, que no. Que ya faltaba muy poco para acabar la temporada. Quizás después, pensé. Pero tampoco. Para el siguiente torneo, ese entrenador, argentino, salió del Deportivo y yo ya no tuve posibilidades de quedarme.

Pero algo se había sembrado y germinaba: Malbernard tenía la costumbre de entrenarle con los grandes. Rendía. Gustaba el pequeño, casi adolescente. Así que cuando preparaba al Deportivo Quito lo hacía enfrentado a equipos de segunda división. Por ello...

El Espoli, que ahora está en primera, me vio en alguno de aquellos encuentros de práctica. Y me buscaron, porque unos días después ya no estaba yo en Deportivo Quito. Respondí a su llamado y pronto me vi de nuevo en las canchas. Como si la vida le fuese indicando cada paso, justo, preciso, irrenunciable, los de Agustín venían marcados con la suerte: justo en esos días de su arribo a un nuevo club, hubo un torneo para seleccionar jugadores, un cuadrangular. Lo disputaron Nacional de Quito, Liga de Quito, Deportivo Quito y Espoli. El ganador viajaría a otras regiones del país. A, por ejemplo, Salinas, que es la parte de costa, con representantes de otras provincias. Esmeralda, Guayas... ...Recuerdo que nosotros, yo en especial, habíamos hecho un buen torneo; pero calificó Liga de Quito para representar a nuestra región. Nos quedamos muy cerca.

Todo parecía evaporársele al jovencito. El mismo así lo creía. Pero... No. La buena ventura siempre al acecho: Y entonces, que sucede: ellos me pidieron prestado para reforzarles. Fui a jugar, y como allá estaba toda la gente que seleccionaba, en ese entonces el yugoslavo Drusan Draskovic y sus colaboradores, bueno, fui convocado para una selección sub-17. Como mandaban oficios al club, allí fue donde me enteré. Y ahora, todo ensueños, partirían cargadas las maletas de propósitos, a otra ciudad importante: Guayaquil.

Tuvo que abandonarlo todo, una vez más, Agustín. Todo.

Así es la vida del futbolista dice convencido. Exactamente así.

Muy bueno: Arias

El trabajo y los logros es colectivo, apresura Raúl Arias, el técnico necaxista. Y se debe, con toda claridad, al ambiente que se disfruta en el campamento de Cuatitlán Izcalli, sede de los Rayos, advierte. Ahí concede Arias algunos conceptos sobre el ecuatoriano que lastimado llegó desde el Valle del Chota.

Mucho del éxito de este muchacho se debe a su relación con Aguinaga. Jugando con él se siente a gusto. Se identifican por ser compatriotas y porque los dos juegan un futbol que tiene similares características: son veloces, capaces y contundentes. También se debe su actitud en la cancha a que ha sido característica de Necaxa recibir bien a todos cuantos llegan. No es una explosión, Agustín. No nos está sorprendiendo con sus goles. Ya lo esperábamos. Es centro delantero de su selección, nosotros sabíamos estos antecedentes y por ello lo buscamos.

¿Cómo se dio su contratación?

Por la cercanía: estaba en Cruz Azul, no funcionó, y en cuanto ese equipo lo puso transferible, lo tomamos.

Apunta Raúl Arias: Hay un trabajo igual para todos, pero uno específico, de definición, de adaptación, incluso afectivo y de integración para cada uno: porque cada uno tiene una manera especial de seguimiento.

¿Cómo definir técnicamente a Agustín Delgado?

Muy bueno.

Cero fiestas; hay partido

Habla también Delgado de conceptos que puede, ahora, dibujar con rasgos más exactos. La vida, por ejemplo. De ella, de lo que le ha tocado, dice: ...Es algo así como que tú buscas tu destino... Como que tú sabes que puedes. Y ves que las cosas están ahí, casi puedes acariciarlas. Y piensas: hay que aprovecharlas al máximo. O sea: dejando de... yo diría, todo en base al sacrificio, y rindiéndote por completo al esfuerzo. Porque tienes que sacrificar muchas cosas. A tu familia, a tus amigos. Pero sobre todo dejar de hacer otras. Por ejemplo, un fin de semana, en vez de no sé, salir a bailar, o a pasear. No. Uno tiene que estar en su casa durmiendo, para jugar al otro día, completo, íntegro. Con toda responsabilidad. Diría que es así como... un... aferrarte a algo que sabes que lo puedes conseguir y que se logra sólo dando pequeños pasos; a veces casi imperceptibles, día a día. Puntual. Sin falta. Diseñando cada minuto de tu vida. Decidiendo qué hacer y qué no hacer; pensado siempre en tu futuro, en lo que quieres de ti mismo, hasta encontrar tus propias certezas, aquello que te hace sentir bien, y que te gusta hacer, por supuesto. En el pueblo de donde nosotros somos, después de la escuela, a las tres de la tarde, todos los días se juega futbol. Todos. Apostando, divirtiéndonos. Ni siquiera teníamos una cancha reglamentaria. No era en la calle pero era una menor que la mitad de otra con medidas oficiales; es ahí donde nace el futbolista. Porque el futbol no es más que de quien le gusta. Porque a él le debes entregar la vida entera.



No, no, el futbol no es ingrato

El apoyo llegó primero gracias al entrenador Oscar Malbernard, que al verlo le ordenó jugar con los grandes, a él, tan pequeño entonces en edad y tan alto ya como lo es ahora.

Y la verdad si él se quedaba, yo hubiese debutado en primera división desde mucho antes. Pero aquel salió y se dañó todo. Ahora, siempre que me topo con él, me abraza y se pone a echar bromas: que si yo te saqué; que si gracias a mí; que cómo voy, me pregunta. Y nos reconocemos con mucho afecto. Es muy buena gente y la verdad es que me ayudó muchísimo. Pero como te digo, creo haber tenido un don de suerte, porque todas las cosas me han salido así, como muy rápido. Pero no todo, a pesar del buen azar, funciona como debiera.

Agustín: Claro que aquí suceden muchas cosas que el futbolista sólo ve pasar. Como los cambios de residencia, constantes, imprevistos. A veces sorprendentes. Para bien o para mal. Afortunadamente a mí lo que me ha pasado hasta ahora son puras cosas buenas. Pero no, el futbol no es ingrato, no, no.

Sin embargo, hace una pausa apenas perceptible Agustín Delgado mientras Nataly corre buscándole a su regreso: ...Hay muchas cosas; hay cualquier tipo de malicias; hay buena gente y mala. Un poco de todo. Pero uno debe estar bien despierto y saber con quién anda. Cuando a uno le empiezan a salir las cosas bien, te encuentras amigos por todos lados. El futbol es así. Gente que te saluda, que te invita. De todo, de todo. Pero uno tiene que estar, y eso es lo más difícil, pienso, de este futbol, muy pero muy despierto con respecto a la gente.

¿Cómo sortear las inconveniencias?

Revela la fórmula Delgado. La suya: Yo traté de no estar con gente que no me era común, con extraños. Normalmente yo siempre andaba con quienes conocía, con mis primos, por ejemplo, tengo muchos primos; o de la mano de mi hermano primero, más tarde de mamá. Que luego se fue a vivir conmigo. Y es de ella, de ellos, de quienes más apoyo he recibido, siempre.




Febrero, 2000




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Saturday, June 10, 2006

Nataly, los sueños...







Pedro Díaz G. III y última

Casi es hora de comer.
Lista tiene ya la mesa Verónica Murillo, compañera, esposa de Agustín, que junto con Nataly le espera a su regreso de Cuautitlán Izcalli. Atrás ha dejado el futbolista los días en que mamá le acompañaba y, aunque primero nació la bebé, hace tres años decidió contraer nupcias con quien ahora le acompaña.

Dejarlo todo.

Por el futbol.

¿Cómo fue?

Me dio pena dejar a mi mamá doña Arcelia Chalá, pero había que salir. Sabía yo que si me quedaba nada iba a pasar; en cambio, salir presentaba toda una gama de probabilidades, a pesar de que ella insistía en que estudiáramos, mi hermano y yo. Pero no. Llegué apenas al primer año escolar y me retiré de los estudios. Cuando partí, gracias a Dios, las cosas me salieron bien: en el Espoli, equipo de segunda, empecé a ganar dinero y con ello ayudaba a mi mamá. Inclusive cuando estuve en Guayaquil la llevé a vivir conmigo, pasaba por mí, estuvimos tranquilos, luego mi hermano se casó y yo quedé solo con ella.



El arribo

Lesionado llegó Agustín a México. Y así, lesionado, pasó sus días con el equipo que lo trajo: Cruz Azul.

...Me costó mucho adaptarme, no a la altura, no tengo problemas por ello; sí al smog: me dolía mucho la garganta, la verdad es que estaba muy mal los primeros días que estuve acá. Me ahogaba mucho. Pero después ya fui descubriéndome a mí y a la ciudad.

Una de las cosas que más feliz le hace es recordar ese gol, en Maracaná.

Ese gol que marqué es una de las mejores alegrías que he tenido. La verdad no me lo imaginaba y creo que fue algo importante que conseguimos nosotros, además de que el equipo había hecho las cosas bien. Conseguir algo así me ha dejado bastante satisfecho. Ese es uno de los logros, aparte del que tuve con Barcelona, al llegar a la final de la Copa Libertadores, y de los torneos que conseguí con Nacional y Barcelona; a nivel internacional este ha sido el momento más importante de mi carrera.



Yo no decido: Tena

Gracias a este hombre Agustín Delgado está en México: bajo el intenso sol Luis Fernando Tena concluye otro día de entrenamiento con el Cruz Azul, en el estadio de la Ciudad de los Deportes. Fue de él, la idea de que Agustín viniese a México.

...Lo vi jugar en un encuentro Colo ColoBarcelona de Guayaquil en la Copa Libertadores y pedí a mi directiva que tratara de contratarle. Aquí no rindió porque no tuvo continuidad. No pudo adquirir en tan poco tiempo el nivel requerido.

Hoy Tena ve a la distancia en lo que se ha convertido el espigado jugador ecuatoriano: líder de goleo, hombre importante. No se lamenta, el técnico. ...Hoy es uno de los mejores futbolistas que hay en el torneo, y no sólo por sus goles sino por su movilidad en la cancha. Hace de todo: avanza con el equipo o sólo, trabaja la media cancha, jala la marca.... Es un extraordinario jugador.

Sin embargo, no pudo quedarse en Cruz Azul.

...El equipo estaba bien armado entonces, y él no tuco la continuidad requerida. Además, yo no decido si se queda o no.

¿Imagina a Delgado en su delantera?

Tenemos muy buen plantel y manejamos otro estilo. Pero no tengo duda de que Delgado, en este momento, podría jugar en cualquier equipo del futbol mexicano. Y triunfar, inclusive si hablamos del extranjero...



¿Y ahora?



¿Hacia dónde? pregunta el reportero mientras Agustín se prepara para la despedida. Serio, demasiado quizás para un futbolista, afirma: Bueno, ahora tengo mis metas mejor delineadas. Creo que las cosas se consiguen paso a paso; por ahora mi ilusión es salir campeón con el Necaxa, creo que sería un justo premio al equipo que me dio la oportunidad de estar bien, de demostrar, y que me ha ayudado para no marcharme de México con ciertas frustraciones.

¿Se sintió menospreciado?

No, no. Me sentí mal porque ellos no reconocieron que yo había dejado de jugar tres meses; que estaba con una lesión y que cuando terminó el torneo con Cruz Azul, me tuve que hacer otra operación para que me sacaran la placa. Ellos no reconocieron eso, sino que simplemente me dijeron: no funciona, y ya. Jugué por pedacitos, marqué dos goles. La verdad es que el equipo en esa temporada estaba muy bien; llegábamos al estadio Azul y eran goleadas de tres y cuatro. He trabajado muy duro y eso me tiene muy complacido. Yo sé que, en buenas condiciones, hubiere marcado mínimo un gol para ellos en cada encuentro.



De proteger el marcador

Estalla la carcajada en Agustín cuando de sus amigos de la infancia se acuerda. Sobre todo aquellas tardes después de clases pateando el balón.

¿Siempre delantero?

Sí, siempre, nada más cuando jugábamos allá en el barrio no. Entonces jugaba yo otro estilo: como era el capitán me vestía de ocho, y si íbamos ganando me tiraba de back central para reventar todas las bolas. A cuidar el resultado. pero siempre me gustó jugar como delantero.

Habla también el jugador de su trato con el Necaxa. De los porqués de tanta certeza.

Aquí el trato es bastante bueno. ¿Te digo una cosa?: el grupo acá es un grupo que no fácilmente se encuentra; la gente acá es muy buena: A pesar de que hay buenos jugadores, con todo lo que ellos hacen logran que a cada partido se tenga más fuerza. Es un muy buen grupo. Algo que no se encuentra fácilmente asegura.

Técnicamente, ¿cómo se define?

Bueno a mí me gusta jugar mucho así: salir poco del área, me gusta más estar en el área. Técnicamente no sé definirme. Podría decir que soy de 10 puntos, pero eso la gente de afuera es la que debe decirlo.



Sereno, moreno

Pasa la vida con parsimonia el jugador necaxista, fuera del terreno de juego. Como si su talento se agazapara.

Después de regresar del entrenamiento, o en los tiempos libres, siempre estamos planeando algo con mi esposa y la bebé; salimos al parque, de compras. Por ahí... Va a la escuela ya, porque cuando estaba en Ecuador tenía yo sobrinas y primas que jugaban con ella, sin problemas; pero acá, sola, como que se aburre.

El Valle del Chota, ahí donde se juntan las provincias de Imbabura y Carchi, al norte del Ecuador, es famoso por su música de origen africano, por las bandas de pueblo y la sonrisa de los niños jugando futbol. Pero esa zona es también una de las mayores productoras de tomate del país. Los mejores tomates, grandes y rojos, salen del lugar. Sin embargo, eso tiene un costo muy grande: la utilización de plaguicidas en las plantaciones está causando distorsiones en el ambiente, problemas de salud en los campesinos y empobrecimiento de las tierras.

Al tomate. Al campo, a extraerle los frutos y verduras al planeta, se dedica don Agustín, su padre. De aquello que atrás ha dejado, recuerda Agustín Delgado: Allá, aunque existen muchos deportes, el futbol sigue siendo la fascinación. Es lo que arrebata a los pequeños. Cuando sales de la escuela te dedicas a jugar. Hay basquetbol, y otros, como el beisbol, pero el futbol... el futbol es otra cosa.



En eterno crecimiento

Charla Agustín Delgado de su propia experiencia. México y su balompié.

...Yo pienso que el futbol sufre de muchas cosas pugnas, intereses, trampas en todos lados. No es algo solamente de acá, pero aquí siento que es un futbol en eterno crecimiento. Hay muy buenos jugadores y cada día existe mayor competitividad. En Sudamérica los delanteros nos quedamos arriba esperando que nos suban la bola, y listos. Pero acá no, acá es de más estilo europeo: de correr todo el equipo, de estar bien físicamente; hay que estar muy bien para jugar. Se usa mucho el dribling, el toque... por eso me costó mucho, también, adaptarme, y si a eso le aúnas que no estaba bien... Definitivamente, ahora lo sé, para jugar en México, necesitas estar al 100.

¿Cómo se juega al futbol?

Pienso dice Delgado, el hombre que poco habla que el futbol se juega, dependiendo como lo marque la situación. Hay equipos que te dan a veces la oportunidad de que te puedan mandar un pase a las espaldas y así aprovechar el tranco que tengo para desarrollar mi carrera; pero hay otros que se quedan parados atrás; algunos que juegan rápido, en donde para entrar hay que llegar tocando la bola o buscando los espacios vacíos... Me acoplo a lo que venga.

¿Qué hace tan exitosos a ciertos personajes? Agustín Delgado carga a Nataly, que le mira insistente; tiene hambre. “Unos minutos más, pequeña”, le susurra al oído.

A mí me gusta el futbol, tanto, que no podría pensar en hacer otra cosa. El futbol te da mucho, pero para que te dé te debe gustar. Porque de otra manera no vas a poder jugarlo. Yo tenía algunos amigos cuando estábamos chicos, en ese entonces no jugaban, cuando vieron que otros fuimos profesionales, lo intentaron: no pudieron.

¿Malas influencias, alguna vez?

...A veces sí, pero como te digo, hay que estar muy despierto, porque tú empiezas a jugar y a triunfar y te salen toda clase de amigos; en ocasiones llegué a caminar con ellos, hasta que un día me pregunté “bueno, ¿y yo qué hago aquí?” Cuando estás bien se acercan todos. Si andas mal, no te saluda ni uno. Yo, para cualquier contratiempo, cuento con primos por todos lados. ¿Solitario?

Tímido. No soy mucho de plática. Mi mujer se duerme...

Lo que hace de él un estallido de euforia es el futbol. Los goles. El césped una portería y un balón.

Finaliza Delgado, antes de partir a comer. Feliz, porque su contrato es ya de Necaxa.

...México es el Edén del futbol latino y lo digo porque se juega buen futbol, rápido y técnico; los defensas no son muy duros y el arbitraje cuida mucho que no exista violencia. En las gradas tampoco la hay; es el único país donde he visto que van familias enteras al estadio.

Ecuador ha aportado no sólo goleadores al futbol mexicano sino a uno de los defensas más finos y técnicos del torneo desde hace varios años: Iván Hurtado, que juega con los Tigres de la Universidad de Nuevo León.



Premios a repartir

De un millón de dólares, el gol de Agustín. Con dedicatoria desde el Valle del Chota para el Real Madrid. 4 millones recibió Necaxa. Repartirá el 10 por ciento .

Un empate ante Manchester United, un triunfo sobre South Melbourne y una derrota ante Vasco da Gama, y luego del empate con Real Madrid. 17 mil 391 dólares por jugador, aproximadamente.

Agustín ahora es líder de goleo.

¿Qué lo hace verdaderamente feliz?

Responde Delgado, Nataly en brazos y sonoro, efusivo el beso: ...Regresar a casa y saber que mi hija está sana. Y mirarla, a sus tres años, con una carita feliz en la frente, símbolo de que en la escuela se portó bien. El futbol me hace feliz, también.



Febrero. 2000
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Sunday, June 04, 2006

Robinho, juego, arte, balón


Pedro Díaz G.

Hay que mirarlo.
Se llama Robinho.

Y es por ahora el sustituto de Rivaldo en el encuentro que sostendrá mañana el cuadro brasileño ante México, pero a la postre está llamado a ser, simplemente, El Sucesor.

Sí, de Pelé (en el futbol de Brasil, o de Maradona, en todo el orbe).

Juega para el Santos pero pareciera que lo hace para Dios.

El sube y baja, la bicicleta, el sube y baja, el regate; otra vez la bicicleta...

Pasión, movimiento, picardía. ¡Todo! Robinho o la historia del chico pobre con amplias aspiraciones. La alegría de "jugar" al futbol, el valor de las piernas y el talento, la intuición para saber por dónde encarar, como doblegar enemigos y la forma de infiltrarse a gol.

Este escuálido muchacho sorprenderá a México como sorprende ya a los fanáticos futboleros del planeta. 18 años, moreno, campeón en su país... Nueva carta (junto con su compañero de equipo, Diego), de Carlos Alberto Parreira.

Robinho, ¿el nuevo Pelé? Hay talento, pero también existen coincidencias, como la lejana semejanza física entre él (Robson de Souza), y el máximo astro del balompié brasileño, Edson Arantes do Nacimento, en su juventud. El nuevo Pelé le nombran ya. Tiene el mismo físico de aquél a la misma edad, y juega en el Santos, el club en el cual O Rey pasó 17 años, convirtiéndolo en el mejor equipo del mundo, en su época. Y como Pelé , Robinho no se intimida. Además, no pasa inadvertido el hecho de que, bajo sus pies, el Santos conquistó su primer título nacional en 34 años. El anterior, de 1968, lo obtuvo, precisamente, con el entonces líder, hoy en investigación fiscal, llamado Pelé.

Está en el camino: Robinho, como los famosos futbolistas, es ya, también, un caso policiaco. Apenas a principios de este mes, su madre, Marina da Silva Souza, acusó al empresario Aluísio Guerreiro por ver en su hijo tan sólo un signo de pesos (es decir, de dólares): recurrió a la justicia para recuperar la representación del delantero, transferida a otro hombre de negocios y deporte, Wagner Ribeiro.

"Guerreiro mismo dio la representación del muchacho a Ribeiro, a cambio de 70 mil cruzeiros y un auto. Ahora reclama porque quiere más dinero. Es un verdadero canalla", declaró la señora.

Pero ante las acusaciones, respondió Guerreiro: "Wagner compró para los padres de Robinho un departamento y un auto. Ahí comenzó a hablar con la prensa de que sólo él era su representante. Yo sólo quiero el reconocimiento por mi trabajo", afirmó Aluisio.

Todos lo desean.

Inclusive los clubes más prestigiosos: hace un año su familia acumulaba deudas y vivía en una casa modesta en Sao Vicente. Gracias a su talento hoy parte de su salario, el equivalente a unos 6 mil 800 dólares mensuales, es para mamá. Su fama ha llegado al Bayern de Múnich y al Barcelona, pero Robinho no tiene prisa. "Se está hablando de equipos impresionantes, pero creo que no estoy preparado para vivir afuera, todavía".

La Roma fue el primer equipo que se interesó en él y llegó incluso a un acuerdo con el Santos para ficharlo por 35 millones de euros, cantidad récord en la Liga Brasileña. Pero por el momento el presidente del Santos, Marcelo Teixeira, advirtió que "hasta diciembre, no vendo a nadie", por lo que el jugador, junto con su amigo y estrella, Diego, se quedará otro trecho en el equipo, pues la meta es alzar la Copa Libertadores. Pero los aficionados se preguntan cuánto tiempo pasará antes de que Robinho sea fichado por alguno de los grandes clubes europeos.

Hoy está en México, bueno en Guadalajara para ser exactos.

Y hay que mirarlo, porque es otro rey del engaño: la maniobra de pasar el pie sobre la pelota sin tocarla, especialidad de Denilson, la realiza con más gracia, más velocidad y mayor desenfado.

La tarde de su coronación pasó el pie izquierdo ocho veces sobre la bola ante la mirada desconcertada del zaguero, que retrocedía.

"Esa jugada es un don de Dios", dice Robinho, Robson de Souza, un metro y 72 de estatura; 60 kilos. artista del balón.

"A Él agradezco por haberme enseñado lo que es el futbol".

Robinho: arte, pasión, movimiento; el sube y baja, la bicicleta, el regate; la pasión por la pelota o el joven que "juega", verdaderamente, al futbol.

......................



“EL NUEVO PELÉ”

Nombre: Robson da Souza.

Lugar y fecha de nacimiento: San Vicente, el 25 de enero de 1984.

Estatura: 1.72 metros.

Peso: 60 kilogramos.

Características: Subió al primer equipo del Santos en enero del 2002 y a fin de temporada fue elegido el mejor del campeonato Es un jugador muy rápido, pega bien el balón y hace la gambeta con mucha facilidad y ductilidad.


Abril, 2003
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Sunday, May 28, 2006

La vida en un juego de azar


La vida en un juego de azar

Pedro Díaz G.

El draft ya no es como antes. Cruel, indigno, antidemocrático. ¿Qué es el draft?
David Rangel es uno de los pocos futbolistas de renombre que deambulan por las instalaciones. Nunca antes ha estado en una transferencia similar. “... Y me habían dicho que era algo difícil: saber que tu destino está en manos de un grupo de directivos a los que casi no tienes acceso no es lo óptimo para un trabajador. Pero así es la vida del futbolista: un permanente navegar entre la incertidumbre”.
La cita es una tragicomedia: Félix Ángel Rojas es costarricense y luce cada día más delgado; es el cáncer, que casi lo consume. Desde muy temprano llega a la parte frontal del Hipódromo de Las Américas y encuentra ahí a un grupo de colegas con la misma meta: encontrar al paso a alguno de los entrenadores o directivos que desde poco antes de las once de la mañana se encierran a negociar destinos en el salón número tres, por supuesto, inaccesible.
“Nací con un tipo de cáncer que me produjo muchos tumores; pero ya lo vencí: ahora, lo que deseo, es contratarme con algún equipo de futbol”.
Le abraza Ricardo Lavolpe; le sonríe a Jesús Martínez; cruza un par de palabras con los representantes del León e intercambia tarjetas con Raúl Quintana.
La lista habla de más de 300 transferibles; aquí la cifra no rebasa los treinta.
Es mejor arreglarse cara a cara, mirarse a los ojos.
Pero cuando el equipo no te quiere la única opción es señalar en el calendario como la fecha más importante del año al 9 de julio. Y estar aquí, puntual.
Aunque el draft ya no es como antes.
“Hoy faltan las enormes pantallas que permitían saber el costo de un jugador —se queja Ricardo Lavolpe, técnico del Toluca— y así, en la mesa, todos reunidos, saber si es accesible y como equipo. Antes ofrecías ya un 60, ya un 75 por ciento por aquel que te interesaba; hoy no he visto grandes transacciones: todo de se va en préstamos e intercambios.
Esta vez a la transparencia de lo que funcionaba como una subasta, la suplió la tecnología: una a una van subiendo las negociaciones a esa pantalla —en el salón doce— a la que los comunicadores no dejan de mirar y en donde se conoce los cambios de jugadores.
De mucho se habla en las horas en las que los dueños del billete comercializan los futuros remates a gol: de que un grupo comercial construirá un estadio en Acapulco, y que pronto tendrán Primera División, tal vez mudando al Atlante; que el Oaxaca o el Zitacuaro puedan ser cambiados a Cuernavaca, sede del antiguo Marte Morelos; que la adquisición del cantante Joan Sebastian llevará de manera inalterable al equipo Colibrís al pueblo de Juliantla; que el Veracruz aún no ha sido negociado con el empresario taurino Rafael Herrerías; que —en voz del jefe de prensa de la federación— ¡en la sala de prensa hay bocadillos suficientes!
Asistir a un draft es colocar la vida en un juego de azar. Ya se quejaba hace un par de años Alex Aguinaga: cuando otro club se interesa en algún jugador de su propiedad, lo ofrecen a un alto precio y es entendible: quieren salvar las arcas de la agrupación, pero cada directiva hace lo mismo y cuando ésta va a comprar a un futbolista, le cuesta el doble. Es ilógica la forma en que se plantea el draft: como si quisieran presionar al jugador.
Lo hacen, de alguna forma: porque conforme transcurre el tiempo uno puede imaginarse a estos profesionales del balompié como a aquellos chiquillos en la escuela conformando retadoras para una cascarita: los capitanes elegían a los mejores y siempre al final quedaban aquellos no deseados por nadie.
“Y eso, saber que nadie te quiere; que se acabó el tiempo y no tienes equipo, es sumamente doloroso”, confía David Rangel.
Deportividad, en el diccionario, se define como “calidad de deportivo. Correcta observancia de las reglas del juego. Imparcialidad, nobleza, generosidad”.
Poco hay de esto en este juego de futbol que se disputa en el lobby de hoteles o en los pasillos de un centro de convenciones: si los jugadores no se contratan quedarán parados cuando menos por seis meses; otros, los con suerte, como Juan Reynoso o Ignacio Hierro, llegan a equipos que no deseaban. Incongruente.
—¿Hacia dónde va el draft? —se le cuestiona al argentino Ricardo Lavolpe.
Apenas liberado del enjambre de reporteros que le espera en el piso uno, a la salida de las escaleras eléctricas, el técnico relata que tiende a desaparecer “porque no puedes llegar con el deseo de comprar a 17 jugadores porque no los hay: a los titulares base nadie los suelta; cada día es más difícil encontrar a un buen “nueve”, a algún lateral que destaque. Si a nivel selección nacional recurres a Luis Hernández, Beto García Aspe, o a Gerardo Torrado, que la temporada anterior tuvo problemas contractuales, significa que no hay producción de buenos jugadores para estas posiciones y cada día tendrá menor caso asistir a esta feria de piernas.
Ya pasan seis horas de negociaciones. Parten los directivos y, en algunos casos, sus escoltas; se detienen para guiñar un ojo, para saludar a alguno de los promotores que, al final, dirá a su futbolista: “No saliste hoy, pero mañana hay posibilidades; pero sería en la Primera A, ¿algún problema?”.
Ninguno. Todo sea por el futbol.
posted by Pedro Díaz G. @ 7:05 PM 0 comments